
Dentro de mis laberintos mentales también me gusta pensar que las personas que han empujado hacia adelante al mundo, esos que podríamos llamar los iluminados, me refieron a las Madres Teresa, los Pablos de Tarso, los Martin Luther Kings, los Mozarts, los Joseph Listers, los Bachs, los Nerudas, los Mandelas, etc, fueron personas a las que de alguna manera Dios les desveló el nombre único que Él tenía para ellos. Quizá uno o dos de ellos lo escucharon directamente en sus oídos, pero a la inmensa mayoría le fue revelado escrito en las caras de las personas que formaban su mundo inmediato. Lo percibieron allí, en las necesidades, en el sufrimiento, en el hambre y el dolor de la gente que los rodeaba. Eso les dio la fuerza y el temple para ser surco, agua, y semilla. Su nombre les cambió la historia, y con ella la historia de su entorno. Se convirtieron en seres humanos inquietos, acometidos, e inconformes. Capaces de desafiarse a sí mismos y aceptar el reto que les planteaba el significado de su nuevo nombre.
Si usted ha leído esto, hay una muy alta probabilidad de que usted esté vivo :) , y eso es un claro indicador de que su tiempo no se ha acabado. No se ha hecho tarde para descubrir el nombre exclusivo que Dios le ha dado. Muchos lo han encontrado sosteniendo a un hijo con necesidades especiales. Otros lo descubrieron ayudando a salir adelante a gente que ha sufrido las mismas experiencias traumáticas que ellos. Otros proponiendo leyes más justas para los ciudadanos. Otros donando horas es un hospital. Algunos adoptando un niño.
Aún está por verse cómo usted y yo descubrimos nuestro nombre. Un buen lugar para empezar a buscar es observando con cuidado el rostro de la gente de nuestro entorno.
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