De alguna manera hemos mitificado la historia de la navidad, y quizá por ser el nacimiento de Dios en forma de hombre, no hemos querido ver su natural realidad, extremadamente humana. Preferimos darle énfasis a los efectos especiales y los aspectos románticos (la aparición de ángeles, la estrella, los pastores y los magos de oriente), aspectos por cierto importantes, pero no creo que puestos allí para opacar la otra parte, la que comprometía el "pellejo" de los protagonistas.
Debemos darle la dimensión y ver el contexto de lo que vivió María y José:
- María, una mujer joven, posiblemente no llegaba a 20 aún. Primeriza, y por lo tanto con sentimientos filtrados de miedo a la expericiencia de parir. Está abrumada de dudas (en Belén aún no se abrían los cursos de preparación para el parto). Sabe, porque lo ha visto con sus vecinas y familia, que el riesgo de un parto en su época es alto, muchas veces muere la madre o muere el bebé. Sabe que hay complicaciones posteriores, ya se lo advirtieron las ancianas de su barrio. La ciudad está revuelta por el censo, no sabe si encontrará a una partera apropiada, que la trate con cierta ternura pero que la anime. Está largo de casa, no tiene a su madre que la ayude. Como una aguja incisiva en los ojos recuerda que la medicina aún no ha inventado la epidural. Está nerviosa. No hay campo en la posada, no hay campo en las casas. Ellos no son los únicos sin un lugar donde resguardarse, así que es posible que el establo también esté lleno de gente, y va a ser dificil darle privacidad a su labor de parto. El lugar no es apto, bajo ningún parámetro, para tener al niño.
- Y José? Qué decir de José? Debe estar frustrado por no poder darle a su esposa un lugar apropiado para tener al bebé. Frustrado no solo porque ya no hay lugar en la posada, sino que aunque él les explica que su esposa está por dar a luz, nadie se conmueve y se ofrece para darle su espacio. Quizá fue a la casa de algún familiar o conocido, recordemos que él era originario de Belén, pero nadie le responde. De repente lo asalta algún recelo de si lo que le dijo el ángel acerca de la virginidad de María es realmente cierto. Sigue buscando un lugar. No deja de pedir dirección a Dios, le pide fuerza y fe, quizá hasta balbucea esta oración: "Dios si este niño es tu hijo, por qué no pones las cosas un poquito más fáciles". No hay taxi ni ambulancia, pero los dolores de María son cada vez más agudos y cercanos. Él tiene que ayudarla a caminar. Empieza a preguntar en voz alta, si alguien sabe de una partera disponible. Necesita conseguir agua, María tiene sed, y además es necesario más agua para el parto. Tiene que buscar algunas sábanas entre el equipaje, y luego hacer espacio entre los animales y la gente del establo.
En fin, todo indica que la historia de navidad es más parecida a la de los que andan por la calle jugándosela para ver donde van a pasar hoy la noche, para cubrirse del frío y del hambre; que a la realidad de la noche que vamos a pasar el 80% de la población tica, que hoy nos comeremos los tamalitos calientes o alguna cena especial, mientras nos sentimos seguros y dichosos por los regalos que damos y nos dan, sabiendo que hay una camita fija que nos espera, y que mañana será día de estrenar.
No se trata de que pasemos una noche de aterradora incertidumbre, sino de no olvidar qué es la navidad, y así de repente partir la historia de alguien más en un antes y un después!
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viernes, 24 de diciembre de 2010
martes, 14 de diciembre de 2010
Poemas olvidados en algún espacio de mi computador #5
Silencio
En la región oscura del silencio
te puse en un exilio obligatorio,
como un código de honor
conmigo mismo,
tu rastro, tu rostro,
y la inflexión de voz
que inventaba al llamarte.
Desde que estás allí me he dedicado
a deshacer las trenzas de caricias
que anudaste en mi piel
en tantas lunas.
Lo he hecho solo,
con mis dedos,
pues aunque todos piensen diferente,
me pareció injusto
hacerlo a cuatro manos.
Cada noche te acuestas más lejana
en la geografía de mi nostalgia,
o ¿será que es mi nostalgia quien se acuesta
más lejana de tu geografía?
En la región oscura del silencio,
tu nombre murió en mis labios,
porque aunque lo digo
llamando a otras gentes,
ya no tiene sonido,
es como una ocarina
soplada por un sordo.
En la región oscura del silencio,
por eso notarás que no te nombro,
pero siendo honesto eso no evita,
algunas de las noches como esta,
en que te escribo y te pienso.
www.peterparedes.blogspot.com
En la región oscura del silencio
te puse en un exilio obligatorio,
como un código de honor
conmigo mismo,
tu rastro, tu rostro,
y la inflexión de voz
que inventaba al llamarte.
Desde que estás allí me he dedicado
a deshacer las trenzas de caricias
que anudaste en mi piel
en tantas lunas.
Lo he hecho solo,
con mis dedos,
pues aunque todos piensen diferente,
me pareció injusto
hacerlo a cuatro manos.
Cada noche te acuestas más lejana
en la geografía de mi nostalgia,
o ¿será que es mi nostalgia quien se acuesta
más lejana de tu geografía?
En la región oscura del silencio,
tu nombre murió en mis labios,
porque aunque lo digo
llamando a otras gentes,
ya no tiene sonido,
es como una ocarina
soplada por un sordo.
En la región oscura del silencio,
por eso notarás que no te nombro,
pero siendo honesto eso no evita,
algunas de las noches como esta,
en que te escribo y te pienso.
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