
Con el estetoscopio se hace una valoración inicial de la salud del corazón. A partir del ritmo que escucha, el doctor puede
darse una buena idea del funcionamiento general. Más o menos como si el estetoscopio fuera un traductor del lenguaje operativo del corazón,
en un lenguaje que el doctor entiende.
Similar al estetoscopio, existe una herramienta
para valorar la salud de nuestro corazón emocional: Las palabras. Jesús lo
explicó en una frase simple: “La persona va a hablar de aquello de lo que está
lleno su corazón” (Mateo 12:34). El Dr.
Robert Jeffress lo dice con cierta poesía: “La palabras son ventanas que nos
permiten ver qué hay en el corazón de una persona”.
Aunque lo primero que se nos
ocurre es juzgar a los demás por lo que dicen, esta herramienta cobra verdadero
valor en la capacidad que nos da para monitorear nuestro propio corazón
emocional. Cuando nos damos cuenta de
qué lo estamos llenando, con qué lo estamos alimentando, podemos corregir y
plantearnos un mejor camino.
¿Cuáles son esos temas
recurrentes? ¿Cuáles las frases que martillamos una y otra vez? La clave está en escuchar con atención nuestras
propias palabras. Me atrevería a decir
que incluso aquellas que solo decimos con el pensamiento.